El trabajo social, un recurso para no dejar a nadie atrás
Mª Dolores Soler Aznar (*)
Las tensiones internacionales de la economía, la pugna por los recursos naturales, la especulación con la energía, la escasez de alimentos y de agua, el cambio climático, los conflictos territoriales y las guerras están destruyendo territorios, poniendo en peligro la vida de muchas personas y generando crisis humanitarias. En nuestra comunidad crece la exclusión severa, persisten altas tasas de pobreza en familias desfavorecidas, niños y niñas, jóvenes, mujeres, personas en situación de dependencia y población migrante. Muchos hogares tienen dificultades para cubrir los gastos básicos de alquiler, electricidad y subsistencia, a lo que hay que añadir la exclusión residencial, la pobreza energética y la brecha digital.
El presente y el futuro de nuestra sociedad necesariamente han de articularse en torno al respeto y la convivencia armónica con el planeta, cuidando la naturaleza y promoviendo un desarrollo sostenible e igualitario. Al mismo tiempo, todos los seres humanos han de convivir y ser reconocidos en igualdad, todas las personas han de tener garantizados sus derechos de ciudadanía y el acceso a una vida digna. Para ello es necesario fortalecer las redes de apoyo socio-comunitario y dar prioridad a las políticas de protección y de inclusión social con las que reducir las desigualdades sociales.
Como figura de referencia para garantizar derechos y luchar contra los procesos de exclusión, las trabajadoras y los trabajadores sociales prestan apoyos especializados a las personas que sufren violencias, maltrato o pobreza, promueven el bienestar, la participación y la inclusión de todas y de todos en el escenario social. Tienen responsabilidades profesionales en los servicios sociales de atención primaria, dependencia, justica, educación, sanidad, entre otros ámbitos de intervención, dando respuesta a las necesidades emergentes de los colectivos vulnerables y desfavorecidos, y siendo agentes indispensables para que nadie se quede atrás.
Además de realizar las labores habituales en sus puestos de trabajo comprometidos con su responsabilidad social, en los últimos tiempos, han tenido que asumir la atención en primera línea de las necesidades sociales generadas por la pandemia y sus múltiples consecuencias, así como la emergencia social de las personas refugiadas que llegan a nuestra provincia por la guerra de Ucrania con necesidades urgentes de acogimiento. Todo ello desborda a un colectivo profesional que realiza una labor esencial, que es insuficiente en su número y que se encuentra sometido a una gran sobrecarga laboral y emocional.
La celebración del Día Mundial del Trabajo Social es precisamente una iniciativa que tiene por finalidad poner en valor ante la sociedad y dar visibilidad a quienes se dedican de un modo u otro al Trabajo Social. Es una fecha para destacar y agradecer el enorme esfuerzo que realizan los trabajadores y las trabajadoras sociales que dan lo mejor de sí mismos para la construcción de un mundo en el que se proteja al medio ambiente y a las personas. El Colegio Oficial de Trabajo Social de Alicante se suma a esta iniciativa reivindicando la importancia estratégica de esta profesión para salvaguardar derechos, mejorar las oportunidades, la calidad de vida de todas las personas y garantizar la justicia social. Alertamos de que en las circunstancias actuales los sistemas de protección social pueden ser insuficientes, siendo necesario reforzarlos con acciones conjuntas y solidarias de las instancias políticas, los agentes sociales, los profesionales y la ciudadanía para seguir construyendo juntas y juntos un nuevo mundo eco-social sin dejar a nadie atrás (**).
(*) Presidenta del Colegio Oficial de Trabajo Social de Alicante
(**) El segundo martes del mes de marzo se celebra el Día Mundial del Trabajo Social. El lema elegido para este año ha sido: “Construyendo juntas y juntos un nuevo mundo eco-social sin dejar a nadie atrás”.
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