Jaime Giner, presidente del Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de València, reflexiona sobre los beneficios de apostar por un modelo sanitario incluyente con todos los actores implicados, capaz de «aliviar la presión hospitalaria», y la importante función que desempeñan los profesionales de su colectivo en ese acometido.

«Integración» es uno de los conceptos en los que usted hace especial hincapié en sus intervenciones. ¿Cuál sería su impacto en la sociedad desde el punto de vista sanitario?

Uno muy importante, desde luego. Trabajar por partes, sin conexión alguna, tiene una eficiencia baja, por lo que la integración sanitaria mejoraría el seguimiento del paciente y, por tanto, su calidad de vida dentro de sus patologías. En definitiva, proporcionaría una mayor atención. Piensa que actualmente tenemos datos de pacientes que no podemos compartir con Atención Primaria porque no existe colaboración, necesitamos un canal de comunicación.

La sanidad sería más fuerte y sostenible, se ganaría adherencia a tratamientos, mejoraríamos la sostenibilidad del sector en un momento especialmente adverso, etc.

¿Cuáles son los mayores retos a los que se han enfrentado los profesionales farmacéuticos durante este casi primer año de pandemia?

 Hemos trabajado como cosacos, pero la falta de coordinación ha hecho que el margen de mejora sea insuficiente. Pese a haber avisado a la Administración de nuestra disposición para colaborar en todo aquello que fuese necesario, no se nos ha tenido en cuenta.

Pero, sin duda, uno de los retos más grandes ha sido dar protección a nuestros profesionales, proporcionarles material y protocolos de actuación.