Es bueno hacer referencia, teniendo en cuenta la presencia de un gobernador, como es el nuestro, que continua en su cargo al haber sido ya reelecto, y que ha mostrado durante su actual gestión disposición de ocuparse y de atender a todos los que viven en esta provincia, algo que él seguramente nadie ignora, pero que de cualquier manera no está demás ponerlo de relieve.
Nos estamos refiriendo a una perceptible situación, que no sería del todo injusto calificar de calamitosa, de gran número de servicios públicos, a cargo del gobierno provincial y de las municipalidades. Sin dejar de valorar la de dedicación y el esfuerzo de muchos funcionarios, que hacen lo imposible para tratar de cumplir con sus prácticas en medio de ese marasmo.
Situación que, como no podía ser de otra manera, viene a resultar en desmedro de los usuarios de esos servicios. Y que es la consecuencia, no siempre advertida, de quienes están a la cabeza de ese cúmulo de servicios, en ocasiones de su propia incompetencia, en otras de sus inadmisibles negligencias, y lo que es más dramático todavía, de una enojosa impotencia. Teniendo siempre como telón de fondo de ese escenario, la no clara comprensión de que los que han sido puestos a gestionar la cosa pública no son a la postre nada más que nuestros mandatarios, aunque mas no sea de una manera indirecta.
Mandatarios, de un pueblo que parece remiso a la hora de ejercer sus potestades, ya que no se han desprendido de su doble condición de ciudadanos y a la vez de usuarios, como mandantes que son de gobernantes, que en más de una ocasión parecen olvidar que el mandato conferido no es otra cosa que un servicio.
No se trata de echar a nadie culpas, ni tampoco de entrar en pormenores, sino de aludir a un estado de cosas, que deja entrever entre sus claroscuros, una administración que funciona en la mayor parte de sus casos con una parsimonia pachorrienta, atribuible a una infinidad de causas, que en los casos extremos llega hasta el no contar –o sea, que faltan- en forma regular, lo que lleva implícita la condición de ininterrumpida, los insumos mínimos y básicos para que los servicios se presten en forma adecuada.
Inclusive cabría decir, sin temor a exagerar que el único servicio que muestra una eficiencia en su hacer verdaderamente envidiable, sin dejar de lado
la existencia de algunas maniobras dolosas, a cuyo respecto habla bien del ente recaudador el que fueran descubiertas. Dicho organismo receptor de los tributos cuyo pago total y en término es una obligación de los contribuyentes provinciales, y que a estar a su accionar y sus resultados, parece funcionar como una “verdadera maquinita”.
En los demás ámbitos, mirando las cosas con una resignada aceptación, que significaría estar cargada de una benevolencia casi agotada, cabría señalarse que “la administración pública hace lo que puede”. Y en ese caso habría, en el mejor de los casos, concederle a los funcionarios que el esfuerzo es mucho, pero los resultados lentos, cuando no escasos.
Los casos puntuales que se pueden al voleo mencionar parecen no decir nada, pero a la vez dicen mucho. Así lo es el caso de ese pequeño propietario rural de un inmueble cercano a un poblado, que cansado de hacer la denuncia del robo de un animal, que habría que decir obviamente nunca aparece, termina considerando que es una pérdida de tiempo ir a la comisaría más próxima a hacer la denuncia respectiva. Nos dicen que ahora la mayoría de los cadáveres de los fallecidos por lo que se entiende por muerte dudosa, se los traslada a la localidad de Oro Verde, con el objeto de hacerle la autopsia, lo que implica, además de prolongar el dolor de los deudos en una espera penosa, hace que les resulte dificultoso obtener la partida de defunción respectiva.
Situación que parece menos angustiosa, en esta época de menguantes matrimonios, para quienes quieren obtener el acta matrimonial con la anotación marginal del divorcio, ya que para la mayoría contar con ese acta así completado es poco menos que una odisea. Transitar por las rutas esquivando pozos, pero sin poder evitar los retenes policiales cada vez más frecuentes, está a la orden del día. También se nos señala que se da el caso de hospitales en los que se carece hasta de agujas, necesarias para la extracción de material para sus análisis.
La enumeración precedente podría alargarse hasta volver inagotable sin esfuerzo, pero no se considera ni necesario, ni satisfactorio continuar con esa verdadera jeremiada. Pero queda una pregunta por hacer: ¿por qué la administración se muestra tan eficiente a la hora de recaudar tributos, y no sucede lo mismo en la mayoría de los otros servicios que están a su cargo?
Ante ese cuadro de situación se hacen presentes sugerencias diversas, que hemos escuchado y recogido de diversas fuentes y que nos parece oportuno hacerlas nuestras.
Las cuales en todos los casos tienen que ver, máxime teniendo en cuenta que ahora el acceso a la información pública tiene que estar al alcance de todos; y que por lo mismo que es así, toda opacidad debe ser denunciada de manera que la sociedad esté en conocimiento de esa circunstancia, con un control de seguimiento permanente acerca de la celeridad y eficacia con la que actúan los distintos sectores de la administración pública, por parte de las organizaciones de la sociedad civil.
Y en ese rol, aparte de las diversas asociaciones privadas nucleadas en torno a cada una de ellas, en torno a intereses y fines diferentes, tienen que jugar un papel fundamental los colegios profesionales.
Se debe tener en cuenta, que en la mayor parte de los casos ellos son entidades paraestatales, los que sin perjuicio de contar con todo lo que hace al gobierno de la matrícula de quienes los integran y las defensas de los intereses de su profesión, les corresponde jugar un papel imprescindible en la elaboración de las políticas públicas en el ámbito de su competencia, al mismo tiempo que efectuar un seguimiento y control en el funcionamiento de los servicios públicos vinculados con el mismo ámbito.
De lo que se trata en suma, es de lograr una sociedad movilizada en el más auténtico significado de la palabra, cual es una en que quienes la integran asuman sus responsabilidades acerca de las cosas del común, ya que lo contrario significa actuar de una manera casi suicida.