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El futuro de la ingeniería informática se vislumbra como un horizonte sin límites
Publicado el 12 feb 2024
Presidente del Consejo General de Colegios Profesionales
Podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que el inicio del siglo XXI supone la mayor época de cambio en la historia de la humanidad. Un cambio que tiene su punto de partida en la informática como principal impulsor del avance de la economía y el progreso social. No cabe duda de que nuestro mundo es cada vez más digital y que la informática es la principal fuerza impulsora del progreso. No solo está revolucionando industrias enteras, sino que está creando nuevas oportunidades de empleo y la creación de empresas innovadoras que contribuyen a la competitividad de nuestro país.
En consecuencia, la demanda de profesionales en las ramas tecnológicas continúa con un aumento sostenido desde hace más de una década. Por lo tanto, es imprescindible que sigamos inspirando a las generaciones futuras a abrazar el poder de la tecnología, así como evitar que nadie quede atrapado en la brecha de la disrupción tecnológica que vivimos.
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El futuro de la ingeniería informática se vislumbra como un horizonte sin límites, donde campos como la inteligencia artificial, el blockchain, la Internet de las Cosas o la computación cuántica nos esperan con promesas emocionantes. Con cada avance, la tecnología se convertirá en el cimiento sobre el que construir la sociedad digital del futuro, impulsando la innovación y el progreso en todas las facetas de nuestra vida.
Del mismo modo, tenemos que ser conscientes de los desafíos a los que nos enfrentamos. La ética y la responsabilidad son aspectos fundamentales que debemos tener siempre presentes en esta verdadera revolución. Podemos transformar la sociedad, pero debemos asegurarnos usar este poder para el bien común, protegiendo la privacidad, promoviendo la equidad y garantizando la seguridad en un mundo digital cada vez más complejo.
“El futuro de la ingeniería informática se vislumbra como un horizonte sin límites, donde campos como la inteligencia artificial, el blockchain, la Internet de las Cosas o la computación cuántica nos esperan con promesas emocionantes”
Fernando Suárez
En este escenario, las universidades se erigen como un actor fundamental para aprovechar, modelar y potenciar el elemento más importante en la economía del conocimiento: el talento. En la actualidad, el candidato ideal para cualquier empresa será una combinación de un alto perfil tecnológico con un alto componente humano. La llamada cuarta revolución industrial, que considero más una revolución social ya que afecta a todos los estratos de la sociedad, plantea un desafío en el mercado laboral, donde la demanda de perfiles tecnológicos es imparable, lo que obliga a las empresas a una agilidad y rápida reacción si quieren continuar siendo competitivas en un mercado cada vez más global.
Esta situación se traduce en un desajuste entre la oferta y demanda de este tipo de perfiles. 8 de cada 10 empresas reconoce que no es capaz de reclutar a profesionales con las competencias y habilidades que requiere la frenética evolución del mercado. Hay cifras que tasan este desajuste del talento en un 75% a nivel mundial, mientras que en España, en tan solo un año, la cifra ha crecido 15 puntos llegando al 80%.
Los sistemas educativos pueden y deben hacer uso de la innovación y la tecnología digital y respaldar de ese modo el desarrollo de las competencias digitales pertinentes para hacer frente a la revolución digital que está en marcha. Ese proceso de digitalización conllevará, según se expone, la destrucción de algunos empleos y la creación de otros nuevos, pero supondrá inevitablemente configurar un proceso en el que será imprescindible “invertir en capacidades digitales (durante) toda la vida”. Una vez más aparece en el horizonte inmediato la necesidad de ‘aprender a aprender’ (aprendizaje permanente o a lo largo de toda la vida), vinculado en este caso a la adaptación constante a la evolución acelerada de las tecnologías aplicadas al ámbito de la digitalización. La transformación digital implicará, por tanto, numerosas oportunidades, pero asimismo ‘un riesgo cardinal’. Evitar ese riesgo requiere afrontar los enormes desafíos que la digitalización comporta, pues en caso contrario las nuevas generaciones no podrán competir en un mundo en completa evolución y ya definitivamente interconectado.
La preparación de las universidades para el aluvión tecnológico implica una serie de pasos estratégicos y prácticos que abarcan la infraestructura, el currículo, la formación del personal y la colaboración con la industria.
En cuanto a la actualización curricular en las carreras tecnológicas, como la ingeniería informática, es necesaria una mayor agilidad y adaptabilidad no solo a la demanda, sino a la vertiginosa evolución de la técnica. Es preciso poder integrar las tecnologías emergentes manteniendo a su vez la base formativa que permite adquirir las competencias básicas, así como una futura adaptabilidad. De este modo, el currículo debe de incluir formación sobre inteligencia artificial en sus diferentes tipologías, robótica, análisis de datos, y blockchain, entre otros.
Del mismo modo, las carreras técnicas deberían fomentar el cruce de conocimientos entre disciplinas, ya que la tecnología impacta en todos los campos. Esto permitiría también desarrollar las cada vez más necesarias soft skills.
Por otra parte, es fundamental actualizar el modelo educativo de forma que los estudiantes puedan tener oportunidades para trabajar en proyectos reales y prácticos, preferiblemente en colaboración con empresas y startups tecnológicas.
Este cambio en el modelo educativo se traduce en necesidades diferentes en cuanto a infraestructura y recursos. Las universidades deben invertir en la última tecnología para laboratorios y centros de investigación, ya que la componente práctica debe de adquirir un protagonismo no inferior a la teórica.
El cuerpo docente y administrativo debe recibir formación continua en el uso y enseñanza de nuevas herramientas, así como experimentar con metodologías de enseñanza innovadoras. Un ejemplo puede ser fomentar métodos como el aprendizaje invertido (flipped classroom), aprendizaje basado en proyectos y educación en línea.
No se debe descuidar la colaboración con la industria, para evitar el gap entre enseñanza y práctica y minimizar el choque a la hora de la incorporación al mercado laboral. Para ello, se deben establecer colaboraciones con empresas tecnológicas para proporcionar experiencia práctica y conocimiento actualizado. Estas alianzas estratégicas deben incluso incluir la incorporación de profesionales al proceso educativo, aportando la realidad de la empresa a la propia enseñanza. Del mismo modo, se debe de fomentar la creación de incubadoras y aceleradoras, creando espacios para que estudiantes y emprendedores desarrollen sus ideas con apoyo institucional y empresarial. También se debe de promover la investigación vinculada con las necesidades del sector tecnológico para facilitar la transferencia de conocimientos y tecnologías al mercado.
Los sistemas educativos pueden y deben hacer uso de la innovación y la tecnología digital y respaldar de ese modo el desarrollo de las competencias digitales pertinentes para hacer frente a la revolución digital que está en marcha
Otro aspecto fundamental, ya apuntado con anterioridad, es el enfoque en habilidades del siglo XXI, las denominadas blandas, cuyo desarrollo permite fomentar el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración, la comunicación y la resolución de problemas. Se antoja también fundamental la enseñanza sobre la responsabilidad ética en el desarrollo y uso de tecnologías.
Ya por último, me gustaría reflexionar sobre la importancia de la educación en tecnología tanto a edades más tempranas, como en todas las ramas universitarias, destacando un error habitual que consiste en confundir competencia digital con conocimientos informáticos. La competencia digital es a la informática análogo a lo que es usar una calculadora o una hoja de cálculo a las matemáticas. No basta con saber usar dispositivos digitales para afirmar que se familiarizó con el pensamiento computacional. Casi todas las industrias están pasando por una transformación digital. Los conocimientos informáticos son fundamentales para entender y participar en esta transformación. Las empresas que adoptan nuevas tecnologías y procesos informáticos tienden a ser más innovadoras y competitivas en el mercado global y es por ello que los profesionales de cualquier rama, que sean capaces de hablar este lenguaje y entender los cambios que se producen, estarán en una posición ventajosa en sus entornos laborales.
Obviamente, el cambio no es sencillo. Todas estas medidas requieren de una visión de largo plazo, inversión y un compromiso por parte de los liderazgos universitarios para adaptarse continuamente a las rápidas transformaciones tecnológicas.
Universidad y tecnología, la transformación digital de las aulas (computing.es)
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